-No prometo, hijo, impedir que tropieces, ni estar pegado a ti para asistirte en la caída, te estorbaría mi excesiva protección, y te haría extremadamente dependiente.
Pero prometo estar ahí, para cuidar tus heridas.
-No prometo, hijo, heredarte mi experiencia. No podría ser tuya. Tendrías que adquirirla en carne propia.
Pero prometo estar disponible cuando solicites mi consejo.
-No prometo, hijo, solucionar tus problemas, aunque lo haría todo por ti.
La solución suele estar en tus manos y no en las mías, pero prometo ayudarte en lo posible y escucharte cuando quieras desahogarte.
-No prometo, hijo, evitarte sufrimientos, no puedo cegarte a la realidad, porque a veces sufrir es necesario para aprender a ser fuerte, pero prometo ofrecerte mi hombro, cuando necesites consuelo.
-No prometo, hijo, darte todo lo que quieras. En todo caso es mejor que aprendas a dar los caprichos y las modas no son importantes pues se olvidan en cuanto se consiguen, pero prometo hacer el mayor esfuerzo para darte lo necesario.
-No prometo, hijo, que serás tú el centro de mi atención, necesito también atender otros asuntos por tu bienestar y el de toda la familia, pero prometo no descuidarte y dedicar un tiempo especial, solo para ti.
-No prometo, hijo, caerte bien en todo momento, a veces no te gustará lo que yo diga o haga, porque tengo la obligación de guiarte por el camino correcto.
Pero prometo no maltratarte ni humillarte cuando te corrija.
-No prometo, hijo, que serás un niño mimado, a la larga te haría mucho daño.
Pero te prometo que serás mi niño querido.
-No prometo, hijo, estar a tu lado siempre, soy mortal como cualquier humano.
Pero prometo enseñarte que si existe un Padre que si es eterno a quien podrás acudir siempre que quieras.
-No prometo, hijo, ser un padre perfecto, pero prometo poner todo mi amor en el intento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario